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Narrativa Ecuatoriana 1960 - 2000


El artículo dedicado a la narrativa del período funde cuarenta años de producción en novela y cuento. El propósito de este trabajo no es ofrecer una panorámica exhaustiva, sino, más bien, señalar los hitos que han sobresalido y han marcado puntos de ruptura e innovación en la tradición narrativa ecuatoriana. Se trata de un momento en el que la producción literaria se caracteriza por una amplia y diversa variedad en temas, recursos, mundos representados. Por otro lado, los nuevos escritores conviven con otros que, perteneciendo a generaciones anteriores, siguen escribiendo bajo el impacto de nuevas tradiciones en la actualización de las técnicas narrativas. Así, por ejemplo, los supervivientes de la generación del 30 decantan, hacia finales de los sesenta, en la ficción histórica. La llamada ‘nueva narrativa” –aquella que responde al impacto modernizador y experimental del boom latinoamericano– se superpone con la “literatura de transición”, en el paso de tendencias realistas a renovadas formas expresivas.

El ensayo se abre con una reflexión sobre la década del sesenta, en cuento y novela. Destaca el aporte de Andrade Heymann, Walter Bellolio, Alfonso Cuesta y Cuesta, Alsino Ramírez, los primeros libros de Miguel Donoso y Lupe Rumazo. El estudio de la novelística del setenta destaca los textos más representativos alrededor de los siguientes ejes temáticos: la perspectiva mágico-maravillosa, el mito y la cultura popular; el impacto de lo político y lo social en la conciencia de los personajes; la novela de temática indigenista y mundos campesinos. Los núcleos temáticos que organizan el análisis de las novelas de los ochenta son los siguientes: vivencia tribal y coba; la ciudad: cultura popular, erotismo y política; mujer y familia. En los noventa, tiene presencia la novela de corte histórico, la preocupación por la cultura afroecuatoriana, el tema de la condición femenina, la complejidad del amor y de las relaciones de pareja, la ciudad, el impacto de las tecnologías informáticas. Así, las líneas seleccionadas para examinar las novelas de estos años son: la ciudad: memoria, identidad y espacio vivido; deseo erótico: nínfulas, don juanes y seductores; mundos locales y metáforas del viaje; escrituras virtuales, mass media y ficción científica. La novela histórica ha merecido un estudio aparte, pues, al parecer de la autora, es el subgénero de más tradición y relevancia en el contexto de la narrativa ecuatoriana. Para hablar de la producción cuentística de las tres últimas décadas del siglo veinte, la autora ha definido varias líneas de reflexión, con el propósito de organizar la lectura crítica de tan vasto corpus que, como siempre, resulta incompleto y selectivo: las narrativas de representación urbana, los imaginarios masculinos del amor y el erotismo, tráfico de identidades y ficción de oralidad: marginalidad, travestismo; lo fantástico, ciencia ficción y utopías; imaginarios femeninos.


 
 
 

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